A través de las capas de la atmósfera
Una proporción mayor de nitrógeno La composición del aire atmosférico es la misma, al parecer, desde hace unos 20 millones de años. Se trata de una mezcla de gases cuyas proporciones se mantienen sensiblemente constantes hasta unos 85 Km de altura; dicha mezcla constituye lo que denominamos aire seco: 78,09% en volumen de nitrógeno (N2), 20,95% de oxígeno (O2), 0,93% de argón (A), etc. En esta zona de la atmósfera, que recibe el nombre de homosfera, la composición es homogénea a causa de la mezcla; en oposición a esa zona existe la denominada heterosfera, que se extiende más allá de los 85 Km de altura, en la que los gases más ligeros se elevan por encima de los más pesados a causa de un fenómeno de difusión molecular. Algunos elementos constitutivos en concentraciones ínfimas presentan notables variaciones de nivel: especialmente el anhídrido carbónico (CO2) y el ozono (O3). Las variaciones diurnas del CO2 se deben, cuando se habla de bajas alturas, a la función clorofílica de las plantas verdes (que durante la noche, en ausencia de los rayos solares, liberan CO2). Además, los desechos de las combustiones industriales hacen que se eleven, de manera regular, en nuestra atmósfera, los contenidos de CO2.
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