Atila y las invasiones bárbaras

La primera oleada bárbara

Parece comprobado que las invasiones de los hunos pusieron en movimiento, de manera irreversible, a partir del s. IV, una maquinaria infernal. Esta tribu turco-mongola que, en un principio, estaba establecida entre el lago Baljash y el mar de Aral, y posteriormente en el Cáucaso, franqueó en un momento determinado los ríos Volga y Don. Su rey, Atila, se convirtió en el arquetipo de los invasores bárbaros. Tras haber asesinado a sus adversarios, consiguió reinar sobre todos (año 445) y reunió tras de sí a los hunos instalados en la gran llanura húngara. Desde esta zona lanzó incursiones intermitentes sobre territorio romomano. El empuje que ejercían los hunos sobre los habitantes de estas zonas y los saqueos a que les sometían fueron unas de las primeras causas determinantes en esta primera oleada invasora. Los visigodos atravesaron el Danubio huyendo de los hunos. Se enfrentaron al emperador Valente, al que derrotaron, cerca de Adrianópolis, en el 378. En el año 410 saquearon Roma, a las órdenes de Alarico. Tras una serie de expediciones a la Galia y a España, llegaron a un acuerdo con el emperador Honorio y fundaron, en Aquitania, un reino que mantuvieron durante tres generaciones. Posteriormente se alejaron de Roma, y su lugar lo ocuparían poco después los ostrogodos.

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