Capítulo 30: Bajo palabra

La isla del tesoro Capítulo 30: Bajo palabra de Robert Louis Stevenson Me despertó -para decir verdad, nos despertamos todos, hasta el centinela que se había dormido en su puesto- una voz jovial, campechana, que nos llamaba desde los lindes del bosque. -¡Eh del fortín! -gritaba-. ¡Soy el doctor! El era, en efecto. Y a pesar de la alegría que me causó oírle, la sombra de una preocupación me rondaba. Porque sabía que mi conducta indisciplinada, mis correrías, y, sobre todo, junto a quiénes me habían llevado, a qué peligros, me impedía presentarme ante él y mirarlo a la cara. Era muy temprano; debía haberse levantado aún de noche. Empezaba a clarear débilmente. Yo fui corriendo a mirar desde una de las aspilleras, y lo vi, como había visto a Silver, pareciendo surgir de la niebla. -¡Doctor! Os deseo muy buenos días, señor -exclamó Silver muy cordialmente, aunque la bondad de su voz no ocultaba un tenso estado de alerta-. Veo que, como siempre, sois...

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