Carlomagno y la salvaguardia de Occidente

Carlomagno, rey de los francos

El reino franco, que se había descompuesto a raiz de la muerte de Dagoberto, en el 639, queda bajo una nueva dinastía. Pipino, rey de los francos en el 751, recibe la consagración religiosa en el 754, y con su habilidad política y su energía dará una dimensión nueva a la cristiandad de Occidente. En el 771 accede al trono Carlos, hijo de Pipino, que afianzará la coherencia del reino reforzando la administración de las provincias e interviniendo firmemente contra todas las amenazas a sus fronteras. Las expediciones guerreras que fundamentan su leyenda tienen causas políticas, económicas y religiosas indisociables unas de otras. Además de a los musulmanes que han invadido España y a los sajones, que no cesan de hostigar el territorio renano, Carlomagno tiene que hacer frente a las revueltas de los bretones y a las incursiones marítimas de los daneses, al mismo tiempo que se ha obligado a proteger al papado frente a las ambiciones de los reyes lombardos. Todas estas expediciones militares son de corta duración. Su eficacia estriba en que se ven acompañadas de una actuación política extremadamente hábil, que va dejando poco a poco bajo la autoridad del rey franco a los elementos dominantes de la sociedad rural. Por tres veces, en el 789, el 793 y el 802, Carlomagno exige a todos sus súbditos un juramento de fidelidad.

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