Climas y suelos

La ciencia de los suelos

La historia de la formación de las rocas forma parte de la Geología; pero el estudio del suelo como soporte de los cultivos constituye el objeto de una ciencia reciente, la Edafología. El suelo proporciona a las plantas un soporte que permite la penetración de sus raíces y la circulación de aire y de agua. La textura de este soporte está condicionada por la proporción de piedras, gravas, arenas, limo y partículas finas (arcillas) que contiene. El conjunto de todos estos componentes determina la estructura del suelo. Un suelo de estructura estable (homogénea) resiste bien la acción de los agentes erosivos. Las propiedades físicas de los suelos no son más que un aspecto de los mismos, pues la naturaleza química de sus componentes es otro factor que influye sobre la riqueza o la esterilidad del suelo. La materia orgánica, producida por la descomposición de los organismos vivos (plantas o animales), sufre un proceso químico que la transforma en humus, fuente, entre otras cosas, de nitrógeno, elemento esencial para el crecimiento de las plantas. Entre el humus y la materia animal tienen lugar continuas asociaciones e intercambios que permiten a los minerales (fósforo, potasio, hierro, calcio, etc.) pasar a una forma asimilable por las plantas. Los edafólogos, teniendo en cuenta las propiedades químicas, físicas y los procesos de evolución, han propuesto una clasificación de los suelos que permita, al conocerlos mejor, una explotación más eficaz. De ella se beneficiarán por igual el agricultor y los responsables de los grandes programas de ordenamiento agrícola.

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