De Roosevelt a Reagan, de Stalin a Andropov

La «letra»: federalismo y democracia

Tanto la URSS como los EE.UU. son Estados federales: estos últimos forman una confederación de 50 Estados, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas reagrupa a 15 repúblicas autónomas. Por tanto, los ciudadanos soviéticos y los norteamericanos dependen, a la vez, de la república o Estado en que vivan y del Estado federal. Son, pues, Estados federales, pero también Estados democráticos; cuando menos, así se consideran a sí mismos, en sus respectivas Constituciones (la norteamericana de 1787 y la soviética de 1936). Por ejemplo, la Constitución promulgada en tiempos de Stalin declara que «en la URSS, todo el poder pertenece a los trabajadores de la ciudad y del campo, representados por los soviets de diputados populares». Como en los Estados Unidos, en que el pueblo está representado por el Congreso, también la URSS es una democracia representativa. Y las mismas semejanzas formales existen al referirse al tema de la libertad: mientras la Constitución norteamericana hace una referencia explícita a la libertad, la de la Unión Soviética señala en su artículo 50 que «De conformidad con los intereses del pueblo y a fin de fortalecer y desarrollar el régimen socialista, se garantizan a los ciudadanos de la URSS las libertades de palabra, de prensa, de reunión, de mítines, desfiles y manifestaciones en la vía pública».

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