Del lansquenete al póquer: el arte del farol

Un juego de mercenarios

El lansquenete nació en el s.XV. Recibe su nombre de los que lo crearon y se apasionaban con él: los lansquenetes, mercenarios alemanes que, durante las guerras de religión que ensangrentaron a Europa, alquilaron sus «servicios» unas veces a los católicos y otras a los protestantes. Formaron, por ejemplo, en los famosos tercios de los Austrias españoles. Eran particularmente temidos, tanto por sus enemigos como por la población civil, aterrada por los robos y violaciones, que no dejaban de realizar en el curso de sus desplazamientos. El Gargantúa de Rabelais (1534) cita las reglas de aquel juego. El lansquenete estuvo muy en boga en Francia durante el reinado de Luis XIII y causó estragos en los sueldos de los mosqueteros. Colbert, juzgándolo peligrosísimo, intentó prohibirlo, aunque sin éxito, como ha ocurrido con otros; de nuevo las pasiones fueron más fuertes que las prohibiciones. El lansquenete fue reemplazado por otros juegos más refinados y pasó de moda. En los garitos, al poco tiempo se jugaba al póquer juego que sigue teniendo seguidores.

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