Egipto es una prolongación del gran desierto que se extiende desde el Atlántico hasta el mar Rojo, entre el África Menor y el Sudán. Pero en Egipto se introduce una variante decisiva que viene determinada por la presencia del Nilo, el primero de los ríos del mundo por su longitud. Egipto existe y vive en función de esta corriente fluvial; prueba de ello es que las únicas tierras habitadas del país, el 3,5 % de la superficie total, son las que corresponden a la estrecha franja de tierras regadas por el Nilo y abonadas por los fértiles limos que el río acarrea desde su origen en Etiopía. La monotonía del desierto queda rota con la aparición de una larga línea de oasis que se extienden a ambos lados de su curso.
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