El arte de ensamblar la madera: técnicas de precisión

Espigones y cotanas

El ensamblaje más natural de las piezas de madera es, sin duda, el empleado para la fabricación de toneles. Las tablas biseladas, o duelas, que forman los flancos, una vez curvadas por medio del calor, se mantienen unidas, borde con borde, gracias a la presión ejercida por unos aros de hierro que el tonelero ajusta siguiendo unas técnicas precisas que vienen de los celtas. Por el contrario, las diferentes piezas de un maderaje se sostienen unas con otras siguiendo principios más complejos que son la base de casi todas las ensambladuras en carpintería. Para unir dos piezas de madera entre sí, el carpintero practica con el formón un alojamiento rectangular o cotana en una de ellas, mientras que en la otra rebaja un rectángulo en relieve, el espigón, que encajará perfectamente en el alojamiento vaciado. La unión entre las piezas puede reforzarse por medio de cola o con pasadores o chavetas que las sujetan todavía mejor. A partir de este principio básico, los carpinteros han inventado una multitud de combinaciones, multiplicando cotanas y espigones, particularmente variados en las ensambladuras de las casas japonesas. Este tipo de ensambladura es igualmente válido para unir las piezas lateralmente. El carpintero vacía en una de las piezas una larga cotana, o ranura, y rebaja en la otra pieza un espigón o lengüeta equivalente, lo que permite el ensamblaje de las tablas de un entarimado, así como también los listones que entran a formar parte de una puerta.

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