George Stephenson, en Inglaterra, y posteriormente Marc Seguin en Francia, construyen, en los años 1820, las primeras locomotoras, capaces de arrastrar decenas de toneladas durante largas distancias. En el concurso de Rainhill, organizado en octubre de 1829, la famosa Rocket de Stephenson gana todas las pruebas. Esta victoria asegura el triunfo de la locomotora sobre el caballo. Rusia, gracias a Tcherepanov, y los Estados Unidos, gracias a Baldwin, crean el mismo tipo de máquinas.
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