El filósofo en la ciudad: la política

La república ideal

El diálogo más extenso y más elevado de Platón fue traducido al latín con el nombre de La República. En él, Platón expone sus ideas políticas. Define una serie de conceptos, presentes después en cualquier reflexión contemporánea, tales como «democracia» o «tiranía». Además, traza magistralmente la arquitectura de una ciudad ideal en la que cada uno tiene su categoría jerárquica, de tal manera que su conocimiento pueda servir convenientemente al bien común. En la cumbre de esta pirámide —en la que casi todo el mundo tiene su lugar— Platón coloca, como rey, al filósofo, cuyo saber es la guía básica para la comunidad. Sin duda, esto no es más que una utopía, es decir, algo que no puede encontrar una realización perfecta «aquí abajo». Pero, cabe preguntarse: ¿es verdaderamente necesario que el filósofo llegue a ser rey para que la filosofía ejerza una determinada influencia política? La acción de la filosofía es mucho más discreta, menos aparente que esa otra acción que se manifiesta en leyes y decretos. En este sentido dirá Nietzsche, mucho tiempo después: «Las ideas que mueven el mundo son llevadas por alas de paloma.»

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