El grillo del hogar: Tercer grito

07/11/2011 13.942 Palabras

El grillo del hogarTercer grito de Charles Dickens I      Daban las diez en el reloj holandés situado en el rincón de la cocina cuando el mandadero se sentó junto al fuego, tan turbado, tan abatido por el pesar, que el cuclillo debió quedar aterrorizado, porque después de apresurarse a dar los diez gritos melodiosos de la hora, se hundió inmediatamente en el palacio morisco, cerrando con estrépito la puertecilla detrás de sí como si no tuviese valor suficiente para resistir por más tiempo tan desusado espectáculo.      El mismo segadorcito, aunque se hubiese armado con la hoz más cortante del mundo entero, no hubiera podido tajar tan cruelmente como Dot el corazón del mandadero.      Porque era el suyo un corazón tan lleno de amor a Dot, unido tan estrechamente, tan sólidamente al de Dot por los dulces y poderosos lazos del recuerdo, tejido precioso, cuyas cualidades tan innumerables como...

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