El helicóptero llega a todas partes

Una evolución lenta, pero fructífera

Aunque el principio en que se basa el funcionamiento del helicóptero era relativamente conocido, su realización práctica fue más difícil. Las numerosas concepciones posteriores a las de Cornu y Breguet resultaron, en general, inaplicables, hasta que apareció, en 1923, el autogiro del ingeniero español Juan de la Cierva. El autogiro se presentó como una especie de avión sin alas, provisto de una hélice sustentadora de gran diámetro llamada «rotor», así como de otra hélice motriz situada en el morro del aparato. El fundamento del helicóptero es diferente: la hélice de tracción desaparece; es el rotor el que asegura, a la vez, la sustentación y la propulsión. El control de la dirección se efectúa inclinándolo ligeramente en el sentido en que se desea desplazar. Los trabajos de los ingenieros franceses E. Oehmichen, los hermanos Breguet y R. Dorand desembocaron, entre 1924 y 1936, en la realización de prototipos experimentales que tuvieron mucho éxito. En 1939, en los Estados Unidos, Igor Sikorsky construyó el primer helicóptero verdaderamente manejable. Después de algunas dificultades relativas al vuelo en marcha atrás, comenzará la producción en serie (1941).

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