En busca de una identidad: fotografía y pintura

Las hermanas enemigas

Desde el momento en que apareció el «procedimiento», muchos pintores se levantaron contra las «pretensiones artísticas» de los fotógrafos. Se negaban a que aquel «procedimiento de reproducción mecánica» pudiese aspirar a la expresión y a la creación. La introducción de la fotografía en algunos salones dio lugar a batallas comparables a las que conoció el mundo de la literatura, y en ellas florecieron las frases célebres. El pintor Paul Delaroche exclamaba ante la academia de ciencias: «A partir de hoy, la pintura ha muerto», mientras uno de sus colegas replicaba: «La fotografía es un invento magnífico, pero, sobre todo, ¡no hay que decirlo!» Desde entonces, los pintores se sintieron amenazados por la aparición de un invento que, en el área del retrato, por ejemplo, instauraba una difícil competencia. Por otra parte, los fotógrafos, en conflicto con numerosas dificultades técnicas, desconocían realmente la manera de revalorizar un medio que se veía atacado como ciencia, como técnica o como invención. Se sentían en situación de inferioridad.

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