Gloria y decadencia de Bizancio

La continuidad dinástica: los macedonios

La primera característica de este período es la afirmación del poder imperial. El principio de la continuidad dinástica triunfa con la dinastía macedónica, que detenta el poder imperial desde el 867 al 1056. Dicha estabilidad política se ve acompañada por una profunda renovación legislativa y por una modernización administrativa, que tienden a hacer del emperador el jefe de una administración estrictamente jerarquizada.

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