Japón se abre a Occidente: la era Meiji

El crepúsculo de los feudales

El objetivo que persiguen algunos pequeños aristócratas y guerreros samurais que fomentan el golpe de Estado de 1868 es derribar al shogun, generalísimo que detentaba todos los poderes políticos y militares, e investir de nuevo al emperador de su plena autoridad. Para dar mayor peso a esta restauración imperial, se repusieron los cargos que estaban en vigor antes del establecimiento del shogunado. El Antiguo Régimen japonés estaba dominado por los feudales y, por tanto, el nuevo gobierno del Meiji tenía que suprimir el feudalismo, lo que hizo en 1871. Los daimyo, o grandes nobles feudales, tuvieron entonces que restituir sus feudos al emperador, feudos que fueron inmediatamente convertidos en prefecturas. Por esta causa, no se arrebata a los daimyo sus poderes, sino que son ellos los que, junto a los príncipes imperiales, detentan los altos cargos estatales. Como símbolo de los nuevos tiempos, se rebautiza a la antigua capital Edo con el nombre de Tokio, «capital del este».

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