La carrera: una lucha contra el reloj

El «sprint» y los «sprinters»

Las carteras de velocidad se dividen en cortas (100 y 200 m) y largas (400 m). Se trata de competiciones de velocidad que necesitan como base cualidades materiales para la velocidad, relajación y ligereza, sin contar con la potencia muscular, el equilibrio y la resistencia. Desde 1977, el único cronómetro admitido es el electrónico, de una centésima de segundo. Anteriormente, con el cronometraje manual, se cometían errores que llegaban a las 30 centésimas de segundo. Desde 1968, las pistas sintéticas han reemplazado a las de ceniza y permiten mejores marcas gracias a su elasticidad. En 100 m suponen una mejoría de una centésima de segundo. En las carreras de velocidad parece ser que los corredores negros son los mejores, lo cual podría deberse a su morfología (del talle, por ejemplo), a la tonicidad de sus músculos y a la gran calidad de su sistema nervioso. Lo que cuenta en primer lugar es la reacción a la señal de salida y la amplitud de la zancada. La salida de los 100 m planos se toma en línea recta. Sin embargo, el corredor de los 200 m, al no emprender en línea recta la salida, precisa otro tipo de esfuerzos y de un perfecto sentido del equilibrio. En las carreras de relevo, los corredores de un mismo equipo se pasan la estafeta, un bastón de 30 cm de largo, en una zona de 20 m. El resultado depende de la transmisión de la estafeta, de la situación de la zona de salida, de la estimación de las velocidades y de las distancias. Las carreras de relevo clásicas son las de 4 X 100 y 4 X 400 m.

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