La civilización de la medida

A la búsqueda de la precisión

Para que las medidas alcancen una precisión óptima es necesario que los propios patrones estén definidos de una forma completamente fiel y reproducible. La unidad que menos problemas ha causado es el kilogramo, unidad que se deriva de la experiencia cotidiana (masa de un litro de agua) y que ha sido establecida mediante un patrón universal en forma de cilindro de platino iridiado, depositado en el pabellón de Breteuil, en Sévres. La unidad de longitud ha conocido progresos sucesivos que han desembocado en la definición moderna, basada en la longitud de onda de la luz asociada a una transición atómica definida de criptón. La unidad de tiempo es, sin lugar a dudas, la más singular de todas a causa de su carácter inmaterial. Newton utilizó el principio de inercia propuesto por Galileo para explicar los movimientos celestes en el marco de la teoría de la gravitación y suministrar un medio para precisar la unidad de tiempo, el segundo, sin tener en cuenta los caprichos del movimiento aparente del sol por la esfera celeste.

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