La escuela para todos

Lo primero que hay que lograr es la instrucción de las masas mediante la enseñanza primaria. Bajo esta perspectiva, el s. XIX es el siglo de oro de la escuela. Tanto en Francia como en Estados Unidos, Prusia, Hungría, Japón, Gran Bretaña, España o Suiza, los Estados son los que organizan y reorganizan la enseñanza primaria; las escuelas y las bibliotecas proliferan. Para vengarse del fracaso sufrido por Prusia en Jena, el barón von Stein implanta las bases de una nueva educación encaminada a despertar la conciencia nacional. En Francia, Guizot crea en 1833 la enseñanza primaria. No obstante, aunque el número de escuelas crece rápidamente, no son todavía gratuitas; habrá que esperar todavía a las leyes Ferry de 1881-82 que proclaman la enseñanza primaria obligatoria, gratuita y laica. En Gran Bretaña existe en primer lugar una enseñanza privada, impartida por religiosos, que el Estado no logrará controlar jamás del todo. En 1876 se vota que la enseñanza primaria sea obligatoria y en 1891, gratuita. El caso de los Estados Unidos es especial en la medida en que la enseñanza incumbe a cada Estado, pero incluso allí la evolución es la misma. La enseñanza privada, pública después, se hace obligatoria y gratuita desde principios del s. XIX.