La escultura de las catedrales

Un impulso espiritual humanizado

El idealismo va desapareciendo progresivamente, mientras que el conocimiento del mundo sensible, físico y humano trae consigo un resurgir del papel de la razón. El acercamiento a Dios por medio de la sencillez, del amor y del respeto a la Creación está directamente inspirado en el pensamiento aristotélico, que conoce por entonces un resurgimiento a escala europea. Un nuevo período de estabilidad política, que se concreta en Francia con la formación del Estado capeto, favorece el desarrollo del pensamiento escolástico, que cristaliza en el entorno de los grandes focos de cultura que son la escuela de Chartres o la universidad de París. Famosos teólogos como San Bernardo a principios del s. XII, San Francisco de Asís a principios del XIII y más tarde Santo Tomas de Aquino, son un ejemplo de este fervor religioso más humanizado. La catedral gótica, que nace en Europa septentrional, manifiesta en el terreno artístico una mentalidad positiva exaltada por la participación de los seres en el misterio de la Creación. Verdadero himno a la naturaleza, la catedral esculpida se muestra como una gigantesca «gesta» en imágenes, espejo del conocimiento y de la glorificación de la belleza divina, que en España se traduce en el avance de los reinos cristianos frente a musulmanes.

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