La expansión romana, necesaria pero fatal

La conquista de Italia

Roma necesitó más de 150 años para imponer su preponderancia a sus vecinos. En el 309 batió a los etruscos en Vadimon, y, en el 295, aplastó a una coalición de samnitas, umbrios y galos en Sentinum, con lo que dominó toda la Italia central, exigiendo la sumisión de las ciudades griegas del sur de la península. Sólo Tarento, que ostentaba el monopolio del comercio en el Adriático, resistirá, aunque capitularía en el 272, después de rudos combates. La necesidad de encontrar recursos suplementarios para una población creciente juega en favor del avance de la expansión.

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