La fe laica o el ateísmo militante

La religión del progreso

A partir del Siglo de las Luces, las exigencias del espíritu filosófico y científico se adelantaron a las del espíritu religioso. En este sentido, en el s. XIX se vivió un gran paroxismo. Los descendientes de la revolución industrial oponían a la fe tradicional el culto a la diosa Razón. Era la revancha de lo profano frente a lo religioso. Los más moderados reivindicaban la libertad de pensamiento, de creer o no creer, según su propia conciencia. Otros, en nombre de la ciencia y de la búsqueda de la verdad, se dedicaban al examen crítico de los textos bíblicos. El positivismo y el cientificismo son dos palabras claves en la historia de las ideas del s. XIX. Los elementos más radicales, como los francmasones o los librepensadores, profesaban una especie de ateísmo militante, mientras que los marxistas hacían del materialismo el eje de su sistema de pensamiento.

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