La Gran Peste: cincuenta millones de muertos

A partir del s. VI parecía que la peste, que había sido un azote durante toda la Antigüedad, había desaparecido de Occidente. Se cree que su reaparición tuvo su primer brote en un foco situado en tierra de mongoles, en la región del lago Baljash, en la actual Rusia. Su explosión tuvo probablemente que ver con la sedentarización de pueblos que habían sido nómadas hasta entonces. Las tribus itinerantes sabían aislar la enfermedad, que, de ese modo, sólo afectaba a grupos pequeños; pero al aumentar la población, los riesgos de contagio se multiplicaron. La expansión de los intercambios comerciales y, por lo tanto, de los contactos, se ocupó de hacer el resto. La peste se propagó hacia el sur, a lo largo del Volga y del Don, y llegó hasta el mar Negro y el mar Caspio. Desde allí, los tártaros la llevaron a Occidente.