Bajo una arquitectura armoniosa en la que los volúmenes se equilibran, el cuerpo humano se presenta como una fábrica provista de mil mecanismos. Son estos mecanismos, regulados, controlados y reactivados sin cesar, los que participan en la creación de la actividad esencial que, de hecho, constituye la vida. Tanto en sus partes más voluminosas como en sus integrantes más miniaturizados, las células, por ejemplo, vuelven a encontrarse los mismos mecanismos. Pues el cuerpo se transforma a cada instante. Dos procesos mayores se conjugan en todas y cada una de las épocas de la existencia: son los procesos metabólicos, es decir, de construcción (anabolismo) y de destrucción (catabolismo). El conjunto de las vísceras constituye, por sí solo, una compleja fábrica que comprende numerosas unidades y donde los órganos trabajan en estrecha colaboración. Para que puedan cumplir sus funciones de una manera armónica, es necesaria una coordinación perfecta. Es lo que se llama la...