La moda y la extravagancia: cuando la ropa se desboca

Exageración y rigor

Una de las primeras causas de todo esto es el crepúsculo de una moda que quema sus últimos cartuchos. Los excesos son de dos órdenes: la ampulosidad y lo ceñido. Así son las faldas sustentadas por miriñaques y las almidonadas que alcanzan dimensiones abusivas. Los miriñaques más discretos de 1715 se llamaban miriñaques de codos; hacia 1760, tienden hacia la horizontalidad en unas proporciones prácticamente insufribles, y un ingenioso sistema de cintas permite replegarlos para atravesar una puerta o subir a un carruaje. La desfiguración de la silueta conocerá los mismos excesos, en 1925, durante los «años locos»: en esta época, la mujer que se dice a sí misma «garçonne» enrasa su figura gracias a los aplanadores y los cuellos elásticos que permiten al traje tubo caer sin interferencias.

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