Las aventuras de Tom Sawyer: XXVI

Serían las doce del siguiente día cuando los dos amigos llegaron al árbol muerto: iban en busca de sus herramientas. Tom sentía gran impaciencia por ir a la casa encantada; Huck la sentía también, aunque en grado prudencial, pero de pronto dijo: — Oye, Tom, ¿sabes qué día es hoy? Tom repasó mentalmente los días de la semana y levantó de repente los ojos alarmados. — ¡Anda!, no se me había ocurrido pensar en eso. — Tampoco a mí; pero me vino de golpe la idea de que era viernes. — ¡Qué fastidio! Todo cuidado es poco, Huck. Acaso hayamos escapado de buena por no habernos metido en esto en un viernes. — ¡Acaso!... Seguro que sí. Puede ser que haya días de buena suerte, ¡pero lo que es los viernes...! — ¡Todo el mundo sabe eso! No creas que has sido tú el primero que lo ha descubierto. — ¿He dicho yo que era el primero? Y no es sólo que sea viernes, sino que además anoche tuve un mal sueño: soñé con ratas. — ¡No! Señal de apuros....

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