Las aventuras de Tom Sawyer: XXXIV
Huck dijo:
— Nos podemos descolgar si encontramos una soga. La ventana no está muy alta.
— ¡Un cuerno! ¿Para qué quieres tú descolgarte?
— No estoy hecho a esa clase de gente. No puedo aguantar esto. Yo no voy abajo, Tom.
— ¡Cállate! Eso no es nada. A mí no me importa un pito. Yo estaré contigo.
Sid apareció en aquel momento.
— Tom —dijo—, la tía te ha estado aguardando toda la tarde. Mary te había ya sacado el traje de los domingos, y todo el mundo estaba rabiando contra ti. Dime, ¿no es sebo y barro esto que tienes en la ropa?
— Anda con ojo, señor Sid, y no te metas en lo que no te importa. Y oye, ¿por qué han armado aquí todo esto?
— Es una de esas fiestas que siempre está dando la viuda. Esta vez es para míster Jones y sus hijos, a causa de haberla salvado de lo de aquella noche. Y todavía puedo decirte otra cosa, si quieres saberla.
— ¿Cuál?
— Pues que míster Jones se figura que va a dar un gran golpe contando aquí a la gente una...
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