Las orquídeas, bellezas fatales de la flora

Existen un centenar de especies europeas que pasan hasta tal punto desapercibidas, que nadie sospecha su existencia. No tienen las dimensiones imponentes de sus hermanas tropicales, pero si se miran de cerca, no carecen de gracia, erguidas sobre sus tallos algo rígidos. Se muestran extremadamente exigentes en cuanto al terreno, y si se quieren recoger, para rellenar la maceta que escojan por domicilio, más vale sacar la tierra junto con el pie o el bulbo (ciertas especies tienen, efectivamente, un bulbo). El mapa de la distribución de las especies que habitan en climas septentrionales no deja de ser sorprendente, ya que se encuentran orquídeas hasta en Groenlandia; la menos friolera de todas lleva, por otra parte, un nombre revelador y poético: Calypso borealis. Las orquídeas se avienen, de hecho, a todas las altitudes, desde el mismo nivel del mar hasta llegar a los 4.000 m de altitud. Algunas especies originarias de Australia crecen incluso también bajo tierra.