Las rutas comerciales

Los caminos del Imperio

La vía más utilizada continuó siendo el mar, y especialmente el Mediterráneo. Pero el eje Alejandría-Rodas-Bizancio, en torno al cual se organizaba el tráfico en los tiempos helenísticos, fue perdiendo importancia en provecho de la ruta Este-Oeste, que unía Roma a su Imperio. Desde Alejandría se tardaban de 15 a 20 días hasta Puzol (aunque a veces bastaban 9), y 30 hasta Marsella. El trayecto Cádiz-Ostia se efectuaba en 9 días. Sobre este eje principal se injertaban otros ejes secundarios: la vía del Atlántico (Cádiz-Burdeos-Bolonia), los ejes viales hacia la Europa septentrional (Arlés-Lyon-Estrasburgo) y la ruta danubiana (Aquilea, en el golfo de Trieste, Carnuntum en Austria), las pistas caravaneras de Levante hacia el Extremo Oriente, la ruta marítima hacia la India por el mar Rojo y, finalmente, las pistas saharianas, que cobraron importancia a finales del s. II d.C. Sin embargo, en el mismo s. II, las rutas mediterráneas que constituyen esta red se enfrentan con la competencia de una vía continental que une Londres a Bizancio y a Oriente, pasando por Bolonia, Colonia, Carnuntum y Sirmium (en Yugoslavia).

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