Libertad para morir

De algún tiempo a esta parte se ha establecido en Madrid, y no sé si en alguna otra ciudad española, la costumbre de llevar a las iglesias, cuando se celebra la misa mayor del Sábado de Gloria, jaulas con pajaritos; y en el momento en que suenan las campanillas y retumba el órgano, tras el silencio ritual de los días anteriores, son abiertas las cárceles de alambre para que las avecitas salgan volando. Esto parece una forma tierna de amor a los animales, a los que se quiere restituir la libertad, como nuestro Señor Jesucristo se la otorgó al género humano con su sacrificio y su retorno al cielo. Pero, en realidad, no es sino una indiscretísima y cruel costumbre que, según parece, ha venido de Italia no ha mucho y, sin que se sepa por qué, va tomando carta de naturaleza entre nosotros. Los pájaros dan unos cuantos vuelos, fatigados, y siéndoles verdaderamente imposible salir del templo, caen aturdidos y sin fuerzas y se posan para morir en algún resalte de los muros. Ni...

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