Los cátaros y la pira de Montségur

Maniqueos y bogomilos

La última doctrina citada opone el mal al bien de manera radical. Como el mundo es obra del demonio, el hombre debe practicar una ascesis estricta para desligarse y liberarse del mal. Desde el s. III d.C., el maniqueísmo conoce una importante difusión tanto en Africa del Norte como en Occidente. De hecho, se persigue a los maniqueos para obligarlos a callar, pero algunas comunidades consiguen sobrevivir, influyendo en la herejía eslava de los bogomilos, cuyos adeptos se infiltran en las ciudades italianas y en el sur de Francia. En 1167, un concilio albigense, celebrado en el Languedoc, fue presidido por un diácono bogomilo. A partir del s. XI, en Occidente existen numerosos herejes, a los que pronto se conoce como cátaros, es decir, «puros» (del griego catharos). En muchas ciudades, como Orleáns, Toulouse y Colonia, por ejemplo, se toma la decisión de quemarlos. Sin embargo, en Italia del Norte, los cátaros, llamados patarinos, ocupan puestos oficiales, A principios del s. XIII, el catarismo llega incluso a entrar en competencia con el catolicismo.

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