Los climas del mundo: gran diversidad de zonas climáticas

La temperatura del aire es, sin duda, un dato de gran importancia. Se mide en lugar resguardado y, como disminuye al aumentar la altitud, 0,5°C cada 100 m, su valor ha de calcularse a nivel del mar para poder llevar a cabo comparaciones entre regiones de relieves distintos. También presenta variaciones diurnas y estacionales, por lo que generalmente sólo se tienen en cuenta para definir el clima' las temperaturas medias mensuales o anuales. Las precipitaciones se miden al menos cada 24 horas, pero las medias sólo dan sus frutos si se basan en largos períodos, del orden de varios años. Las medidas se dan en altura de agua caída en milímetros, indicando la parte correspondiente de lluvia, de nieve, de granizo… Las precipitaciones, que son consecuencia de la evaporación del suelo, actúan como agente regulador de las temperaturas extremas. La humedad del aire, que es la cantidad de agua contenida en un cierto volumen de aire (en g/m³), indica el poder de evaporación y de radiación de la atmósfera, y depende en gran medida de la temperatura. Los demás elementos del clima son más difíciles de medir, y su estudio no es sistemático: el período de insolación expresado en horas permite evaluar la importancia de la radiación solar y determinar el balance de los intercambios térmicos entre el suelo y la atmósfera; la nebulosidad, es decir, el tipo de nubes y la porción de cielo que cubren, incide en el período de insolación; la dirección, la velocidad y la turbulencia del viento; la evaporación potencial expresada en milímetros de agua evaporada y, finalmente, la presión atmosférica, cuyas variaciones resultan indispensables para comprender los principios en que se basa el clima.