Los jardines a la francesa: la belleza dentro de orden

Las primicias

El paso del jardín cerrado al jardín abierto coincide con la progresiva desaparición de las fortalezas feudales en el s.XV. Derribadas las murallas, se empiezan a proyectar composiciones más vastas en las que se hace evidente un mayor afán de ornamentación y de recreo. Las fases decisivas de esta transición se salvan bajo el reinado de Carlos VIII. El rey concibe la acertada idea de confiar la creación de los jardines de Amboise y de Blois a artistas italianos. La composición sigue todavía fielmente el modelo feudal, la trama del jardín se reduce a una cuadrícula de macizos sin profundidad rodeada de paseos cubiertos o de cenadores. Los mejores ejemplares del género han desaparecido hoy en día, pero es posible hacerse una idea bastante exacta del ordenamiento de estos jardines visitando los grandes monasterios. El jardín ornamental permanece separado de los demás recintos donde, según la tradición de la Edad Media, se cultivan plantas útiles: árboles frutales, verduras y plantas medicinales. El jardín monumental se pone en boga bajo el reinado de Francisco I con el acondicionamiento de las residencias reales de Fontainebleau y de Saint-Germain. Hacia 1519, el rey compra una propiedad a orillas del Sena, que más tarde se llamará las Tullerías. Un siglo después, un principiante llamado André Le Nótre tomaría allí, bajo la dirección de su padre, sus primeras lecciones de jardinería...

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