Los jardines hispanoárabes

Los jardines persas

Durante los primeros siglos de nuestra Era, los persas desarrollaron un arte de los jardines que el mundo antiguo había perdido. La tradición de estos jardines orientales se remonta muy lejos; estaba basada en el respeto por la naturaleza. La disposición del jardín persa era inmutable: el recinto estaba dividido en dos sectores rectangulares por un canal que, a su vez, alimentaba otros canales en cruz destinados al riego de cada sector. Esta disposición en cruz estará después presente en todos los jardines españoles. En el centro de la cruz había una especie de rotonda plantada tradicionalmente de cuatro especies de árboles: el roble, el olmo, el plátano y el sicomoro. A lo largo del canal central se alineaban de forma impecable árboles de hoja perenne, entre los que abundaban los cipreses. Los rectángulos estaban compuestos de arriates de flores o de arbustos mediterráneos que los jardineros de entonces cuidaban con esmero. Los muros del recinto estaban cubiertos por rosales trepadores. Además de las cuatro especies de árboles que figuraban en las rotondas, se plantaban limoneros, naranjos y adelfas con abundantes flores y frutos.

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