Los monasterios, islotes de paz en medio de la tormenta

Columbano, un ascetismo riguroso

Dos nombres marcan el florecimiento del movimiento monástico: Columbano y Benito. El primero procedía de Irlanda, donde comunidades religiosas habían tomado el relevo de las antiguas escuelas druídicas. Columbano recorre el norte de Francia, Suiza y el norte de Italia, y funda a su paso múltiples monasterios; los más célebres de éstos son los de Luxeuil y Bobbio. Una regla muy rigurosa, cuya observancia tropieza con numerosas dificultades, une a todos ellos. En torno de las casas columbanianas se van creando aldeas, a las que los monjes ayudan a prosperar, y que se convertirán en verdaderas comunidades evangélicas.

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