Más deprisa, más alto, más fuerte: los récords

La progresión de los récords

La curva de los distintos récords es asintótica, es decir, que tiende, en nuestros días, a la línea recta, porque los esfuerzos y los progresos del hombre están llegando a sus límites. Las propias unidades de medida deben ser cada vez más precisas; del quinto de segundo, se ha pasado a la décima, después a una centésima y se llegará, sin duda, a la milésima de segundo. Pera la aspiración a batir récords está fuertemente afianzada en las personas. Por esta razón, los factores que pueden hacerla progresar se multiplican. Van desde la mejora de la higiene a la de los métodos de entrenamiento, pasando por la aportación científica, mezcla de medicina, psicología y matemáticas. Hoy en día, una persona tiene pocas posibilidades de batir un récord por sí misma sin una asistencia especializada. Algunos atletas tienen tendencia a recurrir a medios artificiales, dopándose, por ejemplo, problema que debe ser sometido a control por las instancias superiores. Actualmente, el valor de la competición reside más en el aspecto cuantitativo que cualitativo, es decir', que un campeonato en cuyo desarrollo no se hayan batido récords corre el peligro de dejar de suscitar el interés del público. En la antigua Grecia sólo el triunfo tenía importancia. En nuestros días batir un récord es, generalmente, más importante que ganar una medalla olímpica. En términos absolutos, lo propio de un récord es ser batido y basta con que un campeón rebase este límite para que otros sigan también su ejemplo. Este afán encarnizado por batir récords es lo que mueve al deporte.

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