Mil y un rostros: a través del retrato

De la pose a la instantánea

Los primeros fotógrafos realizaron un sinnúmero de retratos, tanto de personajes anónimos como de celebridades de la época. La modalidad les permitía —frente a las críticas de los pintores— imponerse con facilidad, ya que podían, en muy poco tiempo, representar a un individuo de manera mucho más fiel que a través del lento trabajo del dibujante. Aquellos retratos se caracterizaban, sin embargo, por la rigidez, debida a los largos tiempos de pose y al convencionalismo que, procedente de la pintura, imponía fondos de telas. Pronto, sin embargo, la mayor manejabilidad del material permitió la aparición de retratos «en situación» la instantánea), tomados a bocajarro, en los que los personajes, sorprendidos en plena calle por el ojo del fotógrafo, mostraban un sorprendente realismo.

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