Nara y los reinos japoneses

La cerámica y el arroz

En los albores del s. III a.C., sin duda bajo la influencia de corrientes extranjeras, y particularmente chinas, que provocaron grandes alteraciones en las técnicas del trabajo de los metales y de la cerámica, la agricultura conoció un fulgurante impulso. En esos momentos Japón modela el paisaje, que seguirá siendo el mismo hasta hoy, con la expansión del cultivo del arroz mediante la irrigación. Al mismo tiempo, nace un artesanado muy diversificado y sutil. El trabajo en el arrozal es la base de un sistema social basado en la rigurosa solidaridad de los hombres y en la especialización de las diversas tareas. Se constituyen entonces pequeños reinos que marcan el origen de ritos aristocráticos, de los que se conservan huellas en enormes necrópolis descubiertas posteriormente. A partir del s. IV se impone a los soberanos locales una autoridad central: el señor del Yamato. En la constitución de este primer Estado japonés hay que ver sin duda una consecuencia de la masiva llegada de coreanos, portadores de nuevas técnicas y, sobre todo, de métodos de administración muy elaborados. En este contexto de apertura a las diversas aportaciones extranjeras, a mediados del s. VI, aparece el budismo.

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