Pitágoras o el poder de los números

Una formación de filósofo

A la muerte de su maestro, Pitágoras continúa viajando. La experiencia fundamental de su juventud es, sin duda alguna, su encuentro con Egipto, tierra en la que la ciencia humana es inseparable del conocimiento divino. Prosigue después sus estudios de matemáticas y profundiza en el misterio de los números. Hacia el 536 a. C., desembarca en Creta, donde recibe una verdadera iniciación. Admitido en el seno de una sociedad secreta que busca encontrar en la obra humana la armonía de las esferas celestiales, descubre una fascinante síntesis de todos los conocimientos matemáticos, astronómicos y religiosos que circulaban por la cuenca oriental del Mediterráneo desde hacía más de dos milenios. De regreso a Samos, abre una escuela en la que enseña técnicas y filosofía. Pero sus relaciones con la ciudad no tardan en deteriorarse. Incomprendido, vuelve a dejar por enésima vez su pais en el año 532. Consulta entonces a la pitonisa de Delfos y, después, atraído por la reputación de un sabio muy célebre, Demokedes, llega a Crotona, en la Italia del Sur. Sus días acabarán en la Magna Grecia.

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