Quinientos años de epopeya europea

¿Quién es el sujeto de la épica?

Se llaman «épicos» los distintos tipos de relatos que anima el modelo heroico imaginado. Este modelo es un sueño universal, la fantasía por excelencia que suscitan los superhombres -entre el hombre y los dioses-. De ahí el gran número de héroes nacidos de un dios y una mortal (Aquiles, Hércules), o, como mínimo, de padres reales. Apenas nacido, el héroe parece predestinado a la muerte (Moisés, Edipo); al término de una vida oculta debe afrontar la muerte en escenas características: la lucha contra el monstruo (Hércules, Teseo y el Minotauro) o el gigante (David contra Goliat, Tristán contra el Morholt), o el gran número (Roland contra los sarracenos), el descenso a los infiernos (Eneas), o la muerte del compañero inseparable (Gilgamés, Aquiles, Roland). Investido de una alta misión (fundar Roma para Eneas) o borracho de hazañas, el héroe ve a la mujer como un peligro, un maleficio: no sucumbe a sus encantos más que un momento; después, en un sobresalto, la abandona. Finalmente, este ser invencible es abatido por una traición (Sigfrido) o renuncia voluntariamente a la vida.

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