Robots en la Luna: los exploradores del hombre

Primeros alunizajes

El alunizaje es una operación técnica muy compleja. Un vehículo procedente de la Tierra cae en la Luna, en caída libre, con una velocidad superior a los 2.700 m/s (9.720 Km/h), y, al no existir atmósfera, no puede frenar su carrera utilizando el frotamiento atmosférico de los paracaídas, como lo hacen las naves espaciales que aterrizan en nuestro planeta. Para posarse en la Luna sin sufrir daño, el único medio es el de recurrir a un potente retrócohete, cuyo funcionamiento debe estar dirigido por altímetros y por radares situados a bordo, de modo que la velocidad del vehículo descienda a cero, en el preciso instante en que se llega al suelo. La primera sonda destinada a posarse suavemente en la Luna la lanza la Unión Soviética el 9 de mayo de 1965. Es la Luna 5, que pesa unos 1.500 Kg. Pero el experimento es un fracaso: la Luna 5 se estrella contra el satélite, porque su retrocohete no puede frenarla suficientemente. Para conseguirlo, los soviéticos necesitarán cuatro tentativas más. Alcanzan el éxito, el 3 de febrero de 1966, con la Luna 9, que se posa en el océano de las Tormentas y transmite las primeras imágenes del suelo lunar, con una reducción de milímetros, es decir, de ínfimos detalles. Imágenes tranquilizadoras: la superficie lunar es sólida y puede soportar el peso de una nave espacial. Cuatro meses después, los americanos logran la misma hazaña en su primera tentativa: el 2 de junio de 1966 el Surveyor 1 se posa en la Luna, también en el océano de las Tormentas. La Luna 9 será seguida por otro ingenio del mismo tipo, y el Surveyor 1, por otros seis.

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