Un futuro abierto a todas las hipótesis

Un equilibrio difícil

La lenta aceleración del crecimiento supone, en el interior de los países, una redistribución de las riquezas y un nuevo reparto del tiempo de trabajo. La separación abierta entre ricos y pobres obliga a una transformación radical de las relaciones políticas y económicas. En 35 años la relación de riqueza entre la India y Norteamérica ha pasado de 1/60 a 1/180, es decir, que se ha triplicado. La acelerada alza de los precios de la energía y de las materias primas comporta riesgos graves, puesto que la separación puede verse acrecentada. Para los países industrializados existe la obligación de realizar un esfuerzo gigantesco, a fin de adaptar su economía a las nuevas condiciones; en definitiva, la esperanza de encontrar en esta modernización un nuevo motor para el crecimiento. Pero los países del Tercer Mundo, que cuentan a menudo con importantes recursos naturales, tenderán cada vez más a procurar su conservación, exigiendo que las naciones ricas les proporcionen la tecnología necesaria para explotarlos en el propio país. En este período intermedio de movilización para economizar energía debe ir tomando posición un nuevo orden económico mundial, procurando evitar el refugio en un proteccionismo engañoso, manteniendo la apertura de fronteras y asegurando a los países nuevos las inversiones necesarias para la elevación de su nivel de vida.

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